Friday, September 29, 2006

El Reencuentro
("Ciclo Bomberil")

Algún día de invierno, Av. José Domingo Cañas esquina alguna calle chica... a eso de las 23 00. Un choque de un jeep contra un auto. Atendimos al anciano del jeep, y como es común en los choques que atendemos, un voluntario se tenía que ir en la ambulancia.

El viejito era suizo, y trabajaba para la ONU o la OMC o la OIT o alguno de esos organismos representados en Chile no sé con qué objeto. Por lo mismo hablaba alemán, idioma en el que conversé con él mucho rato. Me ofrecí yo para acompañarlo en la ambulancia. Conversé harto con él, y después crucé un par de palabras con su familia. Y sería. El viejito estaba relativamente bien, me fueron a buscar, me llevé las cosas y adiós. "Para siempre" pensé yo, como tantas víctimas anónimas, atendidas por nosotros.

Pero la realidad supera a la ficción...

Pasan dos años. Los bomberos estábamos haciendo un "puerta a puerta" para inscribir socios colaboradores que nos aporten plata mensualmente. Yo toco el timbre en una casa X de calle República de Israel (el nombre de la calle es pura casualidad). Me abre una señora, y me dice que su marido no está pero que seguro que quiere inscribirse. "Típica mula" pensé... pero yo ya estaba cansado de caminar. "Si quieres pasas y lo esperas" me dice. "Esta es la mía. Descanso un rato y después inscribo a un socio".

Pasan los minutos, yo sentado de uniforme en el living de su casa. De pronto llega el marido y se sienta junto a nosotros. Le cuento de que se trata nuestra campaña, y él me sorprende:

"Encantado te coopero. Hace un tiempo atrás los Bomberos me rescataron en un choque, y les estoy muy agradecidos. Tú eres de la Bomba Cinco?" me pregunta.

"Sí, soy de la 5ª, la "Bomba Israel" le digo.

"Ah, entonces debes conocer a un joven Zegers" me dice.... "Él fue quien me rescató".

"No, no hay ningún Zegers en mi bomba... Dónde chocó usted?"

"Acá al lado, en José Domingo Cañas" me dice.

Flashback. Grand Vitara plateado. El viejo. Yo. Clinica Alemana.

"No será de apellido Segal?" le pregunto.

"Ahhh si eso mismo.... Segal, no Zegers, claro..." me dice.

"Ehhhh bueno, pues ese soy yo" le digo.

El viejo se emocionó: "No te puedo creer... siempre quise darle las gracias a ese Bombero ya que no tuve la posibilidad de hacerlo ese día. Ya han pasado casi dos años y yo pienso muy seguido en ese día. Te estoy muy agradecido, de verdad".

Emocionado, me da un abrazo.

Y yo, plop. O sea, claro que hemos atendido a mucha gente a lo largo de los años... pero justo tocarle el timbre a uno de aquellos? Y uno que atendí yo? Y uno que se acordaba de mí? Y que me quería agradecer?

Qué hubiera pasado si yo no hubiera tocado justo ese timbre? Si no hubiera aceptado la invitación a pasar? Tantas "casualidades"...

Moraleja: si Ud. choca, agradézcale al Bombero que lo atendió. Lo más probable es que no lo vuelva a ver.... a menos que ese voluntario justo toque el timbre de su casa y usted lo encuentre sentado en su living. Pero no se confíe de eso, no pasa muy seguido.

Obviamente el viejo se inscribió y ahora es un orgulloso socio colaborador de Bomberos.

Quizás me lo tope por ahí algún día de estos.

Friday, September 22, 2006

Tu Vida de un Hilo

Con este post doy inicio a una pequeña serie de historias bomberiles... donde sin duda muchas cosas superan a la ficción. En el caso de esta historia en particular he cambiado las calles y otros detalles, por un tema de privacidad.

Jueves, invierno, 5 AM, San Eugenio esq. Guillermo Mann. Choque de vehículo con poste, sin lesionados.

El auto, un Toyota Camry nuevo, asientos de cuero. La conductora, morena, buenamoza, abrigo de piel. El acompañante.... bueno, el acompañante era exactamente eso: un acompañante.

Hay veces que las cosas simplemente no concuerdan. En ese momento yo sentí que algo no concordaba... esa mujer, con esa pinta, en ese auto, a esas horas de la madrugada, estrellando su auto contra un poste contra el tránsito y a su lado "acompañante".

Pero no importa. Me confieso bastante libertario, así que si ella y "acompañante" quieren finalizar su carrete a las 5 AM en un poste de Ñuñoa, allá ellos.

A la mañana siguiente esta historia ya había quedado archivada. Pero la realidad supera a la ficción.

Pasan unos meses. Esas vueltas de la vida me llevan a conocer a una chiquilla bien simpática. De pronto me sorprende: "Ustedes salvaron a mi mamá" me dice.

"Quién es tu mamá?" le pregunto, y ella la describe. Inmediatamente se me viene a la cabeza la morena del abrigo de piel y "acompañante".

"Ella venía de vuelta de un cumpleaños, y chocó como a la 1 de la mañana" me dice.

"mmm fue un poco más tarde que eso, creo. ¿Y venía con "acompañante", verdad?".

"No, venía sola. En un Toyota Camry y chocó contra un poste. Gracias por rescatarla" me dice.

Tamaña decisión que tenía en mis manos. Decirle la verdad, acerca de su madre y "acompañante", o dejar que su vida familiar siguiera adelante. Su vida de un hilo... y yo con la tijera en la mano. Qué había hecho ella para merecerlo? Nada, por lo que decidí callar.

"Ah sí, venía sola. Me debo haber confundido con otro choque. Me alegro de que esté bien. Para eso estamos" le digo.

Ella me agradece una vez más y se va.

Qué hubiera pasado si hubiera chocado con otro poste, en otra esquina y en otro barrio? Yo no lo hubiera visto, y toda la conversación anterior no hubiera existido nunca. Pero fue en ese poste, y eso llevó a que yo tuviera que tomar una decisión: contar o no contar.

No conté. Su vida sigue igual. La de su madre, también. La de "acompañante", no sé.
La mía? Supongo que también.

But now I know a little secret.

Friday, September 15, 2006

Carabineros de Chile

Hay que decirlo: ser paco es bien penca. Es una labor sacrificada, ganan poco y muchas veces lo pasan mal. Hay pacos que trabajan en poblaciones donde les sacan la mugre, otros pacos más VIP trabajan en Lo Barnechea, donde si bien no les sacan la mugre la gente es mucho más exigente. En palabras de los mismos pacos, muchos prefieren estar asignados a la pobla porque pueden hacer lo que quieren. Fuerte, pero así es.

Pero en fin, es una sacrificada labor. A diferencia de lo que muchos creen, los pacos también son personas. En serio. Quizás yo he sido afortunado y gracias a ser Bombero he conocido a los pacos en ambientes más distendidos y relajados. Igual es heavy que, por ejemplo, un paco con uniforme, gorra, luma y revólver te cuente un chiste. Un chiste! Un chiste flaite más encima y que se cague de la risa. No es algo que uno se imagine como posible... por eso quería compartir un par de "historias de pacos".

Por ejemplo, una vez un paco me confesó que en Providencia agarraban a los travestis, los subían a la cuca, les sacaban la cresta y los tiraban a la calle.

Otro paco me confesó que a veces guardan papelillos de pasta base. Así, cuando agarran a un narco de poca monta, que lleva demasiado pocos papelillos para pasar por narcotráfico, echan mano a estas reservas, le ponen unos papelillos más encima y se van a la cana.

O la historia de esos pacos de campo, que con su nuevo radar para medir la velocidad hacen parar a un sujeto que iba a 220 km/h... y no le sacan el parte porque creen que su radar está malo.

O la de un amigo que es llevado detenido por manejar en estado de ebriedad... y los Carabineros querían saber si su amigo estaba en condiciones de llevarse el auto, a lo que le piden que les "de el aliento"... y el tarado les da su aliento: "VAAAAAAAAAAMOOOOOOOOS CARABINEEEEEEEEEEEEEEEEEROOOOOOOOOOOS".... Obviamente tuvieron que pasar la noche en la Comisaría.

Pero la realidad supera a la ficción... y todos los días ocurren cosas sorprendentes.

Hace sólo unos días estaba durmiendo en la Bomba, cuando de pronto suena el timbre. Me levanto en pijama y abro la puerta. Afuera, una radiopatrulla, un paco y una paca. Sin invitarlos a pasar ambos entran al cuartel. El paco me da la mano y me saluda muy cordialmente. La paca ídem. (Cuántos hemos tenido la suerte de, estando en pijama y a pata pelada, darle la mano a una paca?). El paco me pide que por favor le preste un napoleón, ya que necesitaban urgente cortar un candado en la comisaría. (Napoleón = esa cosa grande para cortar candados). Yo accedo, contraviniendo las normas, pero eran los pacos de la comisaría "del barrio", por lo que son importantes las buenas relaciones. Me promete traerme el napoleón en unos minutos.

No pasan ni 10 minutos y vuelve el radiopatrulla con el paco y la paca. Los hago pasar, el paco me ayuda a guardar el napoleón en el carro.

"¿Cómo les fue?" le pregunto al paco.... y aquí viene lo más chistoso que me ha dicho un paco en mi vida.

"Bien compadre, te pasaste" me dice el Carabinero. "Lo que pasa es que metimos a un huevón al calabozo... pero el problema fue que se nos perdió la llave del candado! Así que no hallábamos cómo cresta sacar al huevón de ahí, cachay? Y más encima el huevón estaba que se meaba, así que tuve que venir rajado para acá a pedirte esta huevá pa cortar candados. Corté el candado, el huevón fue a mear y todo bien. Te pasaste compadre, me salvaste de una!" me dice, literalmente, este representante de la Fuerza de Orden.

"De nada... disculpa no más haberlos recibido en pijama... ya estaba acostado" le digo.

"No te preocupí huevón, si yo cacho como es esta huevá. Gracias de nuevo" me dice.

Y así las cosas me fui a acostar. Mientras me quedaba dormido, no dejaba de pensar en el lema de Carabineros de Chile: "Orden y Patria".

Friday, September 08, 2006

Vacunas

Hace algunas primaveras y junto a D.Z.S nos embarcamos (en un barco) y nos fuimos a Brasil. No, no era un crucero, era un barco de carga. Éramos D.Z.S., yo, los tripulantes y 40.000 toneladas de sal... suficiente sal para abastecer a todo Chile por un año entero. Así que en el barco no había nada de piscinas estilo Royal Caribbean, tampoco visitamos islas paradisíacas ni nada: nosotros, las 40.000 toneladas de sal y mar. MUCHO mar. Claro que a veces veíamos un pájaro. O un pedazo de madera flotando. Pero no es esto lo que quería contar.

Antes de embarcarnos, tuvimos que vacunarnos contra la fiebre amarilla, requisito brasilero para los que entran por tierra o por mar a dicho país.

Así que un fin de semana de diciembre nos fuimos a la casa de D.Z.S en Viña. Recién salíamos de vacaciones, así que, como buenos estudiantes que somos, celebramos. Tomando, por supuesto.

Resultado: básicamente, como zanja.

Al día siguiente y con un esfuerzo sobrehumano nos levantamos temprano para ir al vacunatorio de Valparaíso. No era precisamente la Clinica Mayo, pero salvaba. Mi cabeza parecía a punto de explotar, una resaca (i.e., caña, hachazo, hangover) formidable, y aún bajo la influencia del alcohol, ya que nos habíamos acostado hacía pocas horas.

Así que en ese estado de semi-intemperancia nos sentamos delante de la enfermera del vacunatorio. Pensábamos en la cantidad de marineros que ya se habían vacunado ahí, y el efecto que eso tenía sobre las agujas y la esperada esterilidad de los insumos. La enfermera nos administra la inyección y nos desea buena suerte en nuestra aventura.

Pero una vez más la realidad supera a la ficción.

Ya nos íbamos a ir, cuando nos hace una última indicación, absolutamente trascendental: “Jóvenes, lo más importante: no pueden tomar ni una gota de trago por una semana, ya que mezclar esta vacuna con alcohol produce una reacción alérgica sumamente violenta. Varios marinos han muerto después de venir para acá porque después se ponen a tomar"

Yo, pálido. ¡Qué nos han dicho! Mi sangre aún estaba compuesta en parte importante por roncola, me acababan de vacunar contra la fiebre amarilla y la mujer me dice que no debíamos tomar una gota de alcohol o si no nos íbamos a morir.D.Z.S. y yo nos retiramos en silencio, sin cruzar palabra. Sin duda era una de las cosas más estúpidas que habíamos hecho en nuestras vidas... yo miraba ese tierno algodoncito que tapaba el pinchazo, y pensaba si quizás mis horas estaban contadas. Llegamos al departamento y nos sentamos a esperar la violenta reacción alérgica... esa noche tomamos jugo y Coca Light. Yo me sentía como Veronika, personaje de ese pueril libro de Paulo Coelho, donde la muchacha vive cada día como si fuese el último. Luego nos fuimos a dormir... esperando que la muerte viniera por nosotros en el sueño, para poder morir como caballeros y no como los estúpidos estudiantes que habíamos sido ese día.

Nos despertamos al día siguiente: "nos despertamos", o sea, estábamos vivos! Era sin duda un hecho muy importante.. pero no pudimos brindar para celebrar. No había pasado nada. Salud 100%, cero caña, cero fiebre amariilla. Tomamos desayuno emocionados, como si no merecíamos estar vivos.

Nunca hubo alergia ni shock anafiláctico, así que por lo pronto parece que he sobrevivido.

Así que ya sabe: si se va a vacunar contra la fiebre amarilla y tiene ganas de tomar, YPW y dele no más!

Friday, September 01, 2006

El Choque

Esto ocurrió al día siguiente que llegué de China. Pedro de Valdivia al llegar a Suárez Mujica, a una cuadra y a sólo un minuto de haber salido de la Bomba. Luz roja, suelto el acelerador... Luego me dan verde, acelero... y miro hacia la izquierda por si, de casualidad, viene algún imbécil atravesando con luz roja.

Y viene un imbécil atravesando con luz roja.

Frenos a fondo, imbécil que cruza en rojo ídem, no es suficiente, chocamos... Su Peugeot 106 se estrella contra mi auto. Primera vez que una persona me choca de verdad, con chantada, impacto, vidrios rotos y todo eso.

Nos hicimos la pregunta de oro: "tienes seguro?"

"No" me dice...."Bueno, yo sí tengo" le dije. Una vez más los ciudadanos responsables pagamos por nuestros pares menos aversos al riesgo. El tema es que cuando llegué a mi casa y revisé los papeles, resultó que mi seguro estaba vencido hacía más de un año, producto de lo que los Carabineros llamarían una "desinteligencia" mía. Esto fue confirmado por el e-mail de mi padre con fecha de noviembre de hacía dos años, que aún permanecía en su "Bandeja de Entrada", donde me dice que busque un seguro más barato... Yo como buen hijo busqué uno y lo encontré... pero, no lo contraté. Sin comentarios. Mi padre, como buen padre confiando en su buen hijo, canceló el otro seguro.

Llamé a mi contraparte para ponerlo al tanto de los nuevos antecedentes... que eran bastante malos para él. Cuando le cuento, me sorprende con una respuesta simplemente insólita: "Ahhhh... mejor po Robert. Típico que las compañías de seguro te aforran el medio palo. Yo te paso unos cheques".

"Ya po", le digo, mientras pensaba en el trillón de botes que iban a dar esos cheques.

Al final resultó ser muy buena gente, casi como el gallo de la propaganda de Armonyl. Me pagó con 4 cheques, que tenían fondos, y nos despedimos en la notaría donde firmamos el avenimiento:

-“Menos mal que terminamos en buena Robert” me dice. “Te imaginas nos peleamos, nos vamos a juicio y todo eso?”.

-“Sí, menos mal”, le dije. “Además, uno nunca sabe donde se va a volver a encontrar”.

-“Si po Robert" me dice... "Uno nunca sabe las vueltas de la vida”.

Y así fue como me despedí de este sujeto “para siempre”… Otra persona que cruza fugazmente mi vida, pensé... hubiera sido más fugaz si hubiera esperado la luz verde para cruzarse en mi vida, claro. De una u otra manera era alguien que nunca más iba a ver en mi vida... pero la realidad supera a la ficción.

Sábado, 23:00. Fiesta de matrimonio de la hija de un voluntario, en el Cuartel. La novia nos invita a pasar al salón a celebrar con ella, nos ofrece un trago. Estábamos en eso cuando se me acerca, medio borracho, con la corbata desabrochada y en la mitad del salón de mi Bomba, el tipo que me chocó!

“Hola Robert!” me dice. “Que casualidad volver a vernos!”

Yo me recuperé lentamente del shock, al ver al sujeto que me había embestido a sólo unas cuadras de ahí tomándose una piscola en mi cuartel. “Qué sorpresa” le digo… La verdad es que no lo podía creer.

Me presenta a su señora, muy bonita y simpática, y nos quedamos conversando un rato, sobre su auto chocado, sobre la vida y las coincidencias. Me contó de su trabajo, sus planes, de lo mal que quedó su Peugeot... de tantas cosas que a esas alturas ya teníamos en común.

Un rato después se vuelve acercar para despedirse. Me da un abrazo y me desea mucha suerte, suerte pasada a piscola en este caso.

Su señora se me acerca y se despide, ante la mirada intrigada de mis camaradas de Bomba.

“Oye Robert, ¿¿quién es esa mina que se despidió de ti recién??”

“Ah ella. Nadie… es sólo la señora del tipo que me chocó el martes”, mientras ambos caminaban abrazados hacia la puerta. Mis amigos se miraron entre ellos confundidos.

Yo creo que no me creyeron.