Thursday, February 14, 2008

Vitacura

Hay distintos tipos de rutina en la vida.

Después de unos años viviendo en un país tan queridamente tercermundista como el nuestro uno se acostumbra a cosas que en Europa seguramente serían catalogadas de fenómenos paranormales o milagros. O delitos.

Pero es justamente este país tercermundista que lamentablemente nos hace acostumbrarnos a cosas que son, objetivamente, excepcionales.

Porque claro, anteayer una avioneta aterrizó en la Costanera Norte. Fue una noticia tremenda, y tarde en la noche yendo a dejar a mi madre decidí tomar la Costanera para ver si aún estaba la avioneta. No me sorprendí tanto cuando, al circular por esta improvisada pista de aterrizaje, la avioneta ya no estaba.

Pero la realidad supera a la ficción.

Con mi madre nos salimos de la Costanera en el puente Tabancura. Cuál fue nuestra sorpresa cuando, en el acceso de la autopista símbolo del neo-liberalismo habían, aunque no lo crean, dos vacas pastando. Así es. Dos vacas, blanco con negro, en la mitad de una plaza al medio de la noche y al centro de la comuna "con el mayo índice de desarrollo humano".

En realidad, y si queremos ser puristas eran una vaca y un ternero que pastaban feliz de la vida a metros de la calle. Todo esto sin dejarse inmutar por el tráfico, las luminarias o la cercanía de la calle.

Como yo iba acompañado de mi madre, una mujer que pese a vivir ya más de 20 años en lationamérica aún no pierde las esperanzas de que salgamos del subdesarrollo, me obligó a llamar a los carabineros. Claro, porque los 20 años en latinoamérica generan conciencia acerca de las cosas que pueden pasar en este continente cuna del realismo mágico: cuando vivíamos en Brasil un conocido chocó contra 3 caballos y se murió. Por lo tanto, mi madre por ningún motivo se bajaría del auto sin que yo llamara a los Carabineros para alertarlos de tan extraño fenómeno zoológico-urbano.

Pero como uno lamentablemente pierde un poco la capacidad de asombro, le insistí a mi madre que pese a que las vacas estaban en plena comuna de Vitacura seguramente tenían algún dueño que debe haberlas llevado a pastar a dicha plazoleta. Como madre hay una sola, le hice caso y llamé a Seguridad Ciudadana:

"Seguridad ciudadana Vitacura, buenas noches"

"Buenas noches" dije. "Sabe, acabo de pasar por el puente Tabancura y usted no me va a creer pero acabo de ver a..."

"...Dos vacas pastando a la entrada de la Costanera Norte" me interrumpe el funcionario municipal. "Recién alguien llamó y me pareció raro pero ahora voy a mandar un móvil".

Después de cortar con el funcionario municipal y cuando mi madre verificó que hicimos "lo correcto" la pude ir a dejar. Se bajó del auto con el convencimiento de que habíamos cooperado con el desarrollo del continente y quizás haber salvado un par de vidas, algunas humanas y otras vacunas.

Ya camino de vuelta a mi casa decidí pasar de nuevo por esta pradera urbana para ver si había cambiado en algo la situación

Cuál fue mi sorpresa cuando vi en la plazoleta a dos carabineros. Había otra persona también que debe haber sido el dueño del ganado. Los carabineros trataban de espantar a las Vita-vacas para que se fueran, el dueño de los animales en evidente estado de intemperancia se tropezaba tratando de arrear al ganado y una vecina observaba atentamente desde su Grand Cherokee estacionada sobre la plaza.

Far West al mejor Vitacura style, en Santiago de Chile.

Seguí rumbo a mi casa, pensando en los extraños sucesos del día... pero eso no es todo. Mientras iba en el auto pensaba en la explicación que me diera el in-impresionable guardia municipal que atendió esta extraña emergencia, y que en parte justificó mi peligroso acostumbramiento al sub-desarrollo:

"Lo que pasa es que estas vacas son de un caballero que vive por aquí cerca y casi todas las noches saca sus vacas a pastar a la plaza".

Chile, all-ways surprising.