Saturday, November 06, 2010

Microbuses

Digamos las cosas como son: en Chile, andar en micro es algo que todo el mundo le hace el quite. A penas una familia tenga un poco más de ingreso, se compra un auto. Si creciste en un mundo ABC1 o C2, estás acostumbrado a desplazarte, aunque sea ocasionalmente, en auto.

En Israel es distinto. Y en Jerusalem es MUY distinto. De partida, el estado israelí aplica un impuesto de 113% sobre el valor de los autos, haciendo que el auto más barato del mercado cueste app 8 millones de pesos (y es un auto microscópico). Un auto 4 puertas, con maleta, 15 millones. Un BMW o Audi, desde los 30 millones. Es una verdadera locura.

Ahora bien, en Chile tuve la dicha de tener auto los últimos años, y bajo riesgo de parecer cuico debo decirlo: la idea de andar siempre en micro me parecía atroz. Qué ocurre acá? La vasta mayoría de los Jerusalemitanos anda en micro... y eso obviamente incluye a los que nos encontramos acá sin trabajar y sin ingresos. Pero afortunadamente las micros son bastante más decentes que en Santiago, con aire acondicionado y asientos de tela.

La verdad es que no ha sido difícil acostumbrarse: cuando te das cuenta que todo el mundo alrededor tuyo anda en micro, no representa sufrimiento alguno. Me recuerda los estudios económicos que indican que los pobres en países ricos (ej, EEUU) son más infelices que los pobres de países pobres (ej, Haiti). Qué ocurre? Si bien el pobre de EEUU vive mucho mejor que el pobre de Haití, está rodeado por una sociedad que tiene muchos recursos y comodidades, y esto lo hace sentir infeliz. El pobre en Haití en cambio, tiene solamente pobres a su alrededor entonces es mucho más feliz que sus pares estadounidenses, aunque objetivamente sea más pobre. Moraleja: cuanto uno tiene incide menos en la sensación de pobreza que aquello que tienen (o no) los demás.

A continuación, lo lindo, lo malo y lo feo de lo que me ha tocado arriba de las micros israelíes:

Lindo: Hace unas semanas un señor cuyo oficio era tocar acordeón iba camino a su casa, con su acordeón. Varios pasajeros le pidieron que toque algo, cosa que el no quería hacer "para no molestar", pero después de unos minutos tocó varias canciones judías típicas, alegrándonos a todos el tedioso regreso a casa.

Otra cosa que es genial: es común ver mujeres que andan con dos o tres niños arriba de la micro, uno o dos de ellos en coches de guagua. Estas mujeres tienen un expertise impresionante en subir el coche a la micro y doblaro con una mano, mientras en la otra cargan la guagua y el niño de 4 años se encarga de subir a la micro al niño de 2. Estas mujeres muchas veces le piden ayuda a otros pasajeros, entonces es común que estés sentado y de pronto literalmente te enchufan una guagua, la que debes sujetar, cuidar y amar mientras su madre sube el coche y el resto de los niños y le paga al chofer. Terminado el procedimiento la idea es que le devuelvas la guagua a la dueña.

Lo malo: Si bien esto es fuente de muchas situaciones chistosas, es un poco freaky: Hay mucha gente loca arriba de las micros. Desde la señora (loca) que increpaba a mi esposa por sonarse arriba de la micro diciendo que si se sonaba de nuevo iba a vomitar, hasta una señora rusa bastante mayor (y absolutamente loca) que, con tono amenazante, le dijo a un hombre que ella "por ningún motivo iba a permitir que la agarren y usen su sangre para hacer matzos", haciendo referencia al mito difundido por la propaganda antisemita rusa de que los judíos hacen sus matzos (de la pascua judía) con sangre. Simplemente insólito.

Lo feo: Los atentados suicidas. Gracias a Dios, a leve mejora del conflicto árabe-israelí y gracias a la muralla de protección que separa los territorios palestinos, desde hace algunos años que no hay atentados suicidas arriba de las micros. Sí es común ver jóvenes árabes con actitud desafiante arriba de las micros, que se portan mal, tiran basura y, como me tocó ver hace unos días, le escupían al micrero. Afortunadamente la moda imperante entre estos jóvenes es la de las poleras apretadas y jeans apretados (acompañado de anteojos de marca y cinturón con brillantes). Esta ropa apretada hace evidente que no cargan un cinturón con explosivos de bajo... por eso en el invierno y con ropa abrigada dan más susto. Pero esperemos que siga así la cosa, y no volver como a principio de los 2000 cuando la cantidad de atentados suicidas hizo que muchos Israelíes preferían desplazarse a pie.

En fin, todos los días una pequeña nueva aventura. En vez de vendedores de helados, gomitas para la tuberculosis y las últimas novedades traidas directamente de China, acá hay guaguas, locos y árabes, lo que garantiza un panorama interesante todos los días.